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Sonó la tercera llamada y el Teatro Universitario de la UAT, con una afluencia más que aceptable, recibió cálidamente al tenor Rogelio Marín, quien había preparado un programa romántico para la Gala de Ópera que tuvo un exitoso inicio.
La calidad interpretativa de Marín tiene toda una vida de cantar en escenarios europeos, particularmente italianos y alemanes, de donde ha podido abrevar técnica y sensibilidad suficientes como para haber seducido a un público encantado de recibirlo en una capital como Tlaxcala, culta y excelente anfitriona.
El maestro Marín comenzó con “Caro mio ben”, “Un’aura amorosa” y “Una Furtiva Lágrima”, de Giordani, Mozart y Donizetti, arias con un color y un sentimiento muy apropiados para la apertura de algo digno.
En el piano podía escucharse la calidad de otro virtuoso: Jaime Arellano, quien ahora allanaba la increíble acústica del monumental Teatro Universitario con las notas musicales de “Mattinatta”, “Musica Prohitita” y “Amor Tivieta”, de Leoncavallo, Stanislao y Giordano, respectivamente.
La Gala se encontraba en su mejor momento cuando vino una parte inolvidable. Primero porque el teatro entero se hallaba embelezado con el programa y luego por ese extra que Rogelio Marín imprime en sus presentaciones, haciendo a un lado cualquier solemnidad, con lo que a la ópera llega con intensidad a los sentidos, sin pasar por los filtros de protocolos fuera del contexto actual.
Siguió con “Parlami d’amore Mariú”, “O Sole Mío”, y “Donna Non Vidi Mai”, de Bixio, Capua y Puccini, respectivamente.
Para estos momentos, las magníficas instalaciones de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) estaban rebosantes de la pasión del Bel canto.
Vendría la parte de la zarzuela:
La Partida, de Álvarez, a cargo del ternor Arturo Tecuatl.
El sensacional dueto formado por la soprano Chirikan Cruz Silva y el tenor Arturo Tecuatl Quiróz, cosechó un caluroso y prolongado aplauso luego de interpretar “Torero quiero sé” de Penella.
El propio Rogelio Marín se encargaría de cerrar esta parte del programa con “Te quiero morena” de Serrano.
El público pedía más. De las butacas se levantó guitarra en mano Pedro Vázquez, subió al escenario y presentó un arreglo propio a las notas musicales del Vals “Dios Nunca Muere” de Macedonio Alcalá”.
Y a partir de ese momento, público y artistas eran uno solo.
Vinieron algunos temas mexicanos. Y con ellos llegó a su fin un espléndido programa operístico que ojalá sea el principio de una larga temporada del Bel canto, al alcance de la comunidad universitaria del público en general.
Al terminar la función el tenor Rogelio Marín y sus acompañantes, expresaron un sentido agradecimiento al Rector de la UAT, Doctor Víctor Job Paredes Cuahquentzi, por las facilidades otorgadas para la presentación de esta primera Gala de Ópera.
De igual manera, se hizo extensivo el agradecimiento al Mtro., Efraín Ortiz Linares, Secretario de Extensión Universitaria de la UAT, y sobre todo reconocido compositor e intérprete de talla nacional e internacional.