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Tlaxcala, Tlax; a 17 de febrero de 2016.- Mientras el obispo de láscala, Francisco Moreno Barrón pugna por sumar santos a los altares, la imagen de la Virgen de Ocotlán presenta severo daño en el rostro y las manos, sin que ni la Diócesis o el INAH tomen cartas en el asunto.
El daño ha sido reportado por fieles y por los propios fiscales, pero nadie hace nada, por lo que cada día el daño es ya visible a simple vista y una mancha cubre el cuello y las mejillas de la imagen más venerada de Tlaxcala.
Durante la tradicional bajada de la Virgen de Ocotlán, como ancestralmente se lleva a cabo cada año, al inicio de este 2016, se pudo constatar que la imagen se encuentra severamente dañada en el rostro y las manos, ante la falta de atención y cuidado de los responsables de cuidarla.
El llamado de alerta se hizo hace cuatro años, cuando era párroco Manuel Zamora, en ese entonces se le dijo que el rostro de la imagen presentaba en el cuello y mejillas una mancha diferente al tono que sin duda era la presencia de hongos.
En ese entonces, el sacerdote dijo que había solicitado la intervención de restaurados del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y que procederían a restaurar el daño y a proteger la imagen de madera.
Sin embargo en la procesión de este 2015, ya se nota mucho más el daño en ambas mejillas y el cuello, además de que es notoria una desportilladura en sus manos, que antes no presentaba, situación que desató la preocupación de los católicos de Tlaxcala.
De estas afectaciones se tiene el registro fotográfico correspondiente que acompaña a esta nota informativa, en espera de que a la brevedad se tomen cartas en el asunto y se proceda a proteger la venerada imagen coincidieron en señalar fiscales de la diócesis de Tlaxcala.
Sin embargo poca gente tuvo la oportunidad de reparar en este detalle, miles de fieles siguieron con la tradición de llevar en procesión a la sagrada imagen, para darle gracias en unos casos y en otros para pedir favores.
Cabe Destacar que integrantes de la Cofradía de Cargadores de la Virgen de Ocotlán, reprocharon la falta de cuidado que se tiene para con la sagrada imagen, ya que la cuestión económica no es pretexto.
“Cada año entran millones de pesos a las arcas de la Diócesis por concepto de limosnas y no es posible que los curas no quieran gastar para traer especialistas que atiendan el problema”, reprocharon.
LA HISTORIA
La aparición se llevó acabo en Ocotlán. Al atardecer de un día ya próximo a la primavera de 1541, iba Juan Diego Bernardino cruzando un bosque de Ocotes (que esto quiere decir Ocotlán), cuando la Virgen se le aparece y le pregunta que a dónde va.
El vidente contesta que lleva agua para sus enfermos que mueren sin remedio por la terrible epidemia, y la Virgen le contesta: “Ven en pos de mí, yo te daré otra agua con que se extinguiría el contagio, y sanen no sólo tus parientes sino cuantos bebieren de ella …”El indígena llenó su cántaro de un manantial hasta entonces inexistente y se fue a Xiloxostla, su pueblo natal.
Antes la celestial señora le ordenó que comunicara lo sucedido a los franciscanos, indicándoles que encontraría una imagen suya en el interior de un ocote que debería de ser trasladada al templo de San Lorenzo.
Fueron ya al atardecer los frailes con el superior a la cabeza y vieron el bosque incendiado, pero con llamas que no consumían. Había un gran árbol que irradiaba especial luz, lo señalaron y al día siguiente viendo que estaba hueco, lo abrieron a hachazos encontrando en su interior la escultura de la Virgen María que hoy está en el altar mayor.
LA VIRGEN QUE CAMBIA DE COLOR
Cuenta la leyenda que el celoso sacristán, cuando ya todos se habían ido, volvió al patrono San Lorenzo a su sitio, poniendo a la nueva imagen en el lugar vacante y que los ángeles por tres ocasiones restituyeron a la Virgen al sitio de honor.
La figura de Nuestra Señora de Ocotlán es una buena talla estofada de posición vertical en eje, en donde apenas se insinúa un ligero movimiento de paños. Las manos juntas entre abiertas se encuentran en una posición muy baja y la cabeza totalmente recta.
Está enjoyada con peana, luna y una gran estrella, como mandorla de plata. Su corona es de oro.
Existe la versión de que el rostro de la Virgen cambia de color entre el rojo y el pálido, según las etapas del calendario cristiano o los acontecimientos que vive la sociedad, incluso hay testimonios de quienes la han visto sudar.