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  • Esteban Bautista
Estimado maestro y hoy diputado sirvan estas líneas para recordar algunas de sus clases en el CIDE

Antes que nada permítame felicitarle. Entiendo, es poco tarde para ello pero mi interés, como estudiante de la ciencia Política, hizo toparme con un viejo artículo suyo relacionado con el altísimo costo de las elecciones en México. El segundo cuadernillo de la serie El Uso y Abuso de los Recursos Públicos, publicado por nuestra alma mater, el CIDE.

Estoy seguro que, a estas alturas de su vida, habrá podido contestarse aquella inquietud emanada de su  incansable interés por cambiar éste país. ¿Qué beneficios obtenemos por los cientos de millones de pesos de gasto en una elección? ¿La suya, le hizo vivir en carne propia la necesidad de la transparencia profesor? Ahora mismo, seguro estoy, debe estarse haciendo nuevas  preguntas como qué decir de esas cantidades que se gastan las legislaturas locales y que, quizá sean apenas suficientes si hablamos del valor que obtenemos los ciudadanos, al realizar adecuadamente su trabajo.

Estoy de acuerdo con usted maestro Marco, debemos actuar con congruencia política en aras de encontrar fortalezas que le beneficien al pueblo de Tlaxcala. Nuestro pueblo.

Hoy mismo, voy a preparar un trabajo de escuela, le aseguro trataré de emular sus sueños de academia. Haré mención especial a su persona pues usted es nuestro ejemplo más cercano entre los seguidores de la ideología teórica llevada a la práctica. En efecto, su decir sobre que la diatriba no nos conduce a nada, se lo festejamos desde la comunidad académica pues es necesario ser congruentes en el parlamento y en la vida diaria; de cualquier otro modo, Tlaxcala se vería sumida en el atraso social y eso es cosa que usted ni sus paisanos deseamos.

Sólo le pido un favor, de forma comedida, me pueda guiar en una de sus líneas discursivas de ciencia política estimado profesor: Si el poder es un elemento tan esencial ¿Cómo puede dejar de ser entendido en la actualidad como algo negativo?

Estoy de acuerdo, la respuesta es simple, el poder, tiene un carácter humano. Sus efectos y consecuencias están estrictamente ligadas a las acciones de quienes lo ejercen, tanto para hacer el bien como para hacer el mal, pero obviamente, en este último caso, ¿estaríamos ante un uso degenerado del poder? ¿A esa desviación del poder, según la doctrina clásica, se le denomina autoritarismo o totalitarismo estimado profesor?

Apenas encontré un autor que dice que poder paternal se debe ejercer para el beneficio de los hijos, el poder patronal para ventaja del amo y el poder político, para beneficios de ambas partes. Aristóteles también nos ilustraba sobre “el bien común.” Todavía recuerdo cuando discernimos en aquella conferencia suya, la postura de Bobbio diciendo que éstas definiciones dadas por Aristóteles nos ayudan a distinguir entre el buen Gobierno y el mal Gobierno.

Aunque, le soy sincero, me quedé con una duda de sus clases: Si el gobierno despótico, del origen griego "despote", lamentablemente, hace uso degenerado del poder, es decir que, el poder se llegare utilizar en beneficio de pocos individuos y no así para el bien de la colectividad ¿se hablaría de afectar la vulneración de derechos fundamentales individuales o de toda la colectividad?

Aún conservo las copias fotostáticas entregadas en su clase, sobre un tal Lord Acton, quien decía que la prueba más segura para juzgar si un Estado es verdaderamente libre, es el quantum de seguridad de la que gozan las minorías”.

En esas mismas, recordará que también Ferrero (página  217), afirmaba que “en las democracias la oposición es un órgano de la soberanía popular, tan vital como el gobierno y que cancelar la oposición de las minorías, en un régimen constitucional, significaría cancelar la soberanía del todo el pueblo”. Que ideas tan profundas sembró en todos nosotros estimado Marco.

Pero haciendo un examen, únicamente de conciencia señor catedrático, si en la actualidad, siendo condición imprescindible para el regímenes constitucionales, el respeto de los derechos de las minorías, de pronto dejare de asegurarse la participación de éstas en el proceso del poder, ¿se cumpliría el postulado de garantizar el control y de las fuerzas oficialistas que detentan circunstancialmente el Poder Político? Imagine solamente, en la vida cotidiana de un poder legislativo, vulnerando el esquema constitucional para el proceso legislativo de creación de leyes, solo para detentar eso de lo que hablábamos, el poder desmedido y sin sentido en un Estado de por sí, como bien lo dicen nuestros apuntes, sintomático de un Estado Fallido. ¡Que bueno que todo esto, solo lo dicen los libros!

 En horabuena

 Atentamente

 Esteban Bautista

 Alumno del CIDE

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