- Gobierno
Mariano González Zarur
Gobernador del Estado de Tlaxcala.
Justo ayer al despertar y volver a recaer en este tonto vicio de leer la prensa, decidí hacer una pausa. Me distrajo sobremanera la imagen que le caracteriza ahora, a 4 años de su triunfo en las urnas. Le confieso que revisé sus gestos, su ropa y sus palabras, casi de forma morbosa.
Sobre mi escritorio, al lado de mi viejo tarro de café, entresalía una nota suya firmada por una redacción (es decir, pagada con recursos públicos). Habla de sus limitados logros. Le noto cansado, por no decir hastiado de todo y de nada. ¿Debe ser frustrante estar en el mejor lugar pero en el peor momento, no cree? El poder, dicen los que saben, es para disfrutarse y anticipo que a usted eso ya no le ocurre.
En una entrevista de banqueta, declara a nuestros compañeros periodistas, en su calidad de primer mandatario, que usted "no gobierna con los medios". Por primera vez en mi vida, déjeme concederle absoluta razón.
Le noto un tanto molesto. Nos conmina, en su acartonada investidura de jefe del Ejecutivo estatal (lo aclaro por la trascendencia del caso) a la urgente necesidad que, como gremio, unifiquemos criterios, respecto la veracidad de la información.
Antes de seguir, aclaro, no es la primera vez que lanza sus coléricos comentarios contra nosotros. Ya no digamos de sus interminables pugnas con los demás sectores de la sociedad.
Lo veo angustiado. Mire que decirnos que para nosotros sería extraordinario y formidable que a usted le vaya mal, lo mismo sino no pudiera lograr los consensos políticos necesarios y perder con esto, la legitimidad que le fue conferida hace casi 4 años por una sociedad tan compleja como la nuestra, de verdad que me preocupa. Lamento decirle que usted no es el centro del universo. Lo que menos desearíamos es que a nuestros representantes y a nuestra población les vaya mal. No es nuestra labor.
Sus gestos denotan, además de cansancio y enfermedad, cierta frustración. Tachar, así de pronto, a todos los periodistas, que lo único que buscamos es el amarillismo y la estridencia (sic) y, por el contrario, que usted, al gobernar, busca la concordia y la cordialidad, lejos de causarnos un malestar adicional, créame que nos evoca cierta ternura.
Le confieso, hace varios meses que comencé a notar su deterioro. A casi 4 años de que usted se asumiera como el mesías de los esfuerzos de los tlaxcaltecas hoy, lamentablemente, la verdad lo ha alcanzado y lamentamos mucho se moleste, pero, como viejo político, debiera entender aquello de las decepciones sobre los políticos demagógicos que dicen no a los dispendios, que desprecian el nepotismo, que ofrecen gestionar inversiones históricas y no regresar un solo peso a la federación, y a la mera hora, nada de nada.
Tristemente, hoy lo vemos perdido y sin rumbo; no vemos a nadie de su equipo que se atreva informarle que en lugar de avanzar fue remando en sentido contrario y está a punto de caer al precipicio. Me siento un tanto apenado de ser yo quien tenga que decirle, que usted y nosotros estamos en problemas serios señor gobernador.
Si usted, en calidad de primer mandatario, nos exige e indica con toda bravura, que lo que deberíamos destacar de su gobierno es que todo lo ha hecho bien y que ha tenido grandes logros, dicho sea de paso, nos llama ignorantes y tontos a quienes no vemos su tela invisible que algún listo le vendió, creo que llegó la hora de ser recíprocos. El respeto y la exigencia de los intereses públicos deben ser puestos en la mesa, de manera pública, a la luz de las estadísticas, los estándares nacionales y la percepción ciudadana, ¿Le parece bien si a partir de hoy, como gremio, empezamos el ejercicio? Se lo propongo con la mejor de las intenciones pues allá afuera nadie habla bien de usted ni de nosotros, estimado amigo.
Se atrevió a sugerirnos, cual línea editorial de los años sesenta, que la nota importante de aquel evento (en el que nos volvió a regañar), debía destacar que se hayan juntado cuatro ex gobernadores y que, luego entonces, debemos destacar la concordia de quienes buscan el beneficio de la mayoría de los tlaxcaltecas. Le pregunto sinceramente ¿De verdad usted cree que así es? ¿Algún día se ha ocupado en saber lo que piensan ellos de usted? ¿El desairar a Héctor Ortiz o a Beatriz Paredes lo hace más congruente con su discurso? O simplemente, díganos que lo que quiere (que también se vale), es que ¿estemos obligados, no a decir la verdad, sino lo que usted desea? ¡Por ahí hubiéramos empezado!
Nos emplaza, desmesurado, como siempre, a dejar de sacar la "nota roja y la estridencia", y nos conmina a su vez, como tlaxcaltecas, "empezar a cambiar nuestro sentido de pertenencia, sobre lo que hemos logrado".
Le ofrezco una sincera disculpa por despertarlo tan estrepitosamente de sus mundos señor gobernador, pero temo decirle que usted es el único que no quiere darse cuenta del desastre en el que nos ha metido.
Por el contrario, señor González Zarúr, nuestro sentido de pertenencia, a diferencia de la sangre libanesa que le anima de vez en cuando a vernos menos, nos hace activar nuestro genoma guerrero y decirle de frente, que es usted el equivocado.
Y agradecemos el hecho de aclarar públicamente que no co-gobernamos con usted, porque si usted exige a los representantes de los medios de comunicación a destacar los logros de su gobierno, bajo el engañoso argumento que sólo así cumpliríamos con nuestra responsabilidad de ser serios formadores de opinión, déjeme decirle que no solo nos quita peso por no tener responsabilidad alguna de sus tropiezos que, tarde que temprano la historia y la justicia le habrá de cobrar a usted y a quienes le sigan acompañando al final de su antipático y represivo gobierno.
El mal actuar de la mayoría de los medios, como usted burdamente nos califica, de no fortalecer muchos de sus avances, quizá por aquella mentirá dicha mil veces, en cada uno de sus boletines de prensa, aunque aplique miles de veces las palabras: recuperación, rehabilitación, progreso, sentar las bases, bienestar y ahora, la madre de las palabras del mal gusto "el año de la consolidación", entre otras muchas de sus mentiras, siento decirle, que allá afuera, en otras ciudades, en otros gobiernos (incluido el federal), les causamos pena ajena.
Los actores externos nos ven como si de pronto hubiésemos regresado 50 años el tiempo. Usted se siente con derecho de exigir respeto al tiempo de burlarse de nuestra escasa inteligencia colectiva.
Vayamos dándole la justa dimensión a todo. A la objetividad de la información, con o sin convenios pactados y vayamos llamando a las cosas por su nombre. Hoy, al menos, en medio de su banal reclamo, le exigimos también respeto, más que como gremio periodístico, como tlaxcaltecas. Y respecto a su sarcasmo, sobre que a lo mejor nos gusta que nos gobiernen de fuera y que nos vean agachados, déjeme decirle, sólo para tener coherencia, que quizá sea preferible eso a aguantar personas como usted con la sangre tan pesada; que apenas le alcanza suficiente como para bombear sus escasas ideas, como para justificar su limitada filosofía de vida. Que el haber estado ya en las boletas, habrá pasado a la historia como gobernador. Sí, pero como el peor de todos los tiempos.
Atentamente
Juan N. Vázquez
Asociación de periodistas y voceadores A.C.