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  • Rosario Techalotiz Ramos
Las críticas apuntan a que Garay Ulloa ha hecho de la política un modo de vida, dependiendo del presupuesto público y de negociaciones cupulares, sin dejar aportaciones claras al desarrollo político o social de Tlaxcala.

Las recientes declaraciones de Silvano Garay Ulloa, comisionado nacional del Partido del Trabajo (PT), sobre encabezar una eventual coalición rumbo a la gubernatura de Tlaxcala en 2027, reavivaron las críticas en su contra, donde se le señala como un personaje político que, durante años, ha vivido del erario sin construir un proyecto propio ni resultados visibles.

Desde distintos sectores políticos se le califica como un operador sin base social, cuya permanencia en la vida pública —afirman— no ha sido producto del trabajo territorial ni del respaldo ciudadano, sino de su constante capacidad para colgarse de otros partidos y de actores con mayor fuerza electoral, con el único objetivo de seguir vigente y beneficiándose de cargos y prerrogativas públicas.

Las críticas apuntan a que Garay Ulloa ha hecho de la política un modo de vida, dependiendo del presupuesto público y de negociaciones cupulares, sin dejar aportaciones claras al desarrollo político o social de Tlaxcala.

“Es un personaje que no camina, no construye y no compite solo; siempre necesita de otros para sobrevivir”, señalan voces consultadas.

Asimismo, el cínico funcionario ahora pretende encabezar una alianza cuando su historial político refleja una constante subordinación a proyectos ajenos, lo que refuerza la percepción de que su interés no es el bienestar del estado, sino asegurar su permanencia personal dentro del sistema político y del erario.

Silvano Garay representa el ejemplo de una clase política acomodada, señalada de holgazanería política, que evita el trabajo de base y prefiere vivir de acuerdos, cargos y recursos públicos, sin rendir cuentas ni presentar resultados propios.

En este contexto, su discurso rumbo a 2027 es visto más como una estrategia de supervivencia política que como una propuesta seria para Tlaxcala, alimentando el debate sobre la necesidad de depurar liderazgos que, lejos de aportar, se han mantenido durante años dependiendo del dinero público y del esfuerzo de otros.

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