Las docentes señalaron que aquellas que rechazaban las insinuaciones o cuestionaban su comportamiento eran castigadas con traslados forzados o reubicaciones arbitrarias.
Domitila instruyó a delegados a que los docentes acudieran a probarse tallas y tomarse fotos para credenciales, lo que fue interpretado como un insulto.
La medida, lejos de ser una estrategia organizativa, ha sido percibida como una forma de exclusión laboral que deja fuera a cientos de maestros con años de servicio.