• Apetatitlán
  • Cristian Mastranzo Garrido
En varias ocasiones, los delincuentes han irrumpido en las instalaciones educativas, robando equipos de cómputo, material didáctico, e incluso muebles.

La inseguridad se ha convertido en una problemática alarmante en el municipio de Apetatitlán, donde los robos se han multiplicado y diversificado, afectando tanto a los habitantes de las comunidades como del centro del municipio.

El alcalde Azaín Ávalos está demostrando su incapacidad para implementar una estrategia de seguridad, porque no tiene idea de cómo gobernar. Y es que a diario, los ciudadanos enfrentan el miedo constante de ser víctimas de robos de autopartes, casas-habitación, asaltos a negocios y hasta el saqueo de escuelas.

La falta de control y presencia policial ha generado una creciente sensación de vulnerabilidad en la población, que ya no se siente segura ni en su hogar ni en las calles.

Uno de los delitos más frecuentes en los últimos meses es el robo de autopartes, un problema que afecta a los vecinos y visitantes por igual.

La comunidad ha denunciado que, sin importar la hora del día, los delincuentes operan con impunidad mientras el alcalde Azaín Avalos no toma cartas en el asunto y anda más ocupado en asistir a eventos politiqueros y académicos, que poner freno a la incidencia delictiva que azota a su municipio.

Desde la llegada del alcalde, la inseguridad ha incrementado sustancialmente poniendo en riesgo la tranquilidad de las familias. Lo que resulta aún más inquietante es que este tipo de robos no se limita a zonas alejadas o de difícil acceso.

Incluso los automóviles estacionados a pocos metros de la alcaldía no se libran de estos actos delictivos. Este hecho ha generado gran descontento entre los ciudadanos, quienes consideran que la inseguridad ya afecta a todos, sin importar la ubicación o el nivel socioeconómico de la persona afectada.

Los testimonios de los habitantes revelan un creciente miedo de dejar sus vehículos en cualquier lugar, pues el temor a perder sus pertenencias es cada vez mayor. Mientras que los robos a casa-habitación también se han disparado en las comunidades más alejadas, donde los delincuentes aprovechan la lejanía de las viviendas para actuar con mayor libertad.

Muchas familias han denunciado cómo, durante la madrugada o cuando no están en casa, los ladrones irrumpen en sus hogares y sustraen lo que encuentran a su paso: electrodomésticos, ropa, dinero en efectivo y objetos de valor.

El robo a comercios es otro de los delitos que ha aumentado considerablemente. Los comerciantes, especialmente los de los mercados municipales, han sido víctimas frecuentes de asaltos, tanto dentro de sus establecimientos como en las calles adyacentes.

Los reportes indican que estos robos ocurren incluso durante los días de mayor afluencia, cuando el parque municipal está lleno de personas realizando sus compras. Los delincuentes se aprovechan del bullicio y de la falta de vigilancia, para despojar a los comerciantes de su mercancía y a los transeúntes de sus pertenencias personales.

Los habitantes de la zona aseguran que la inseguridad se ha apoderado de las calles y que los robos se han vuelto tan comunes que ya no sorprenden a nadie. Sin embargo, lo que más preocupa es que estos delitos no solo afectan a los más vulnerables, sino que también han alcanzado a los sectores comerciales y empresariales que antes gozaban de cierta protección.

Otro delito que ha generado gran preocupación es el saqueo de escuelas en diversas localidades. En varias ocasiones, los delincuentes han irrumpido en las instalaciones educativas, robando equipos de cómputo, material didáctico, e incluso muebles. Los habitantes de Apetatitlán esperan que el alcalde deje de dormir en sus laureles y resuelva el problema que ha puesto a la ciudadanía en peligro y a merced de la delincuencia.

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