El alcalde no se preocupe por capacitar a su personal, situación que podría afectar el buen funcionamiento de la bomba y la distribución del vital líquido en el municipio.
Lejos de condenar los hechos, el alcalde justificó la violencia policial, salió en defensa de sus golpeadores y todavía se atrevió a descalificar a la prensa, acusándola de “amarillista” por difundir la realidad que su gobierno intenta ocultar.