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  • Gerardo Santillán
El alto volumen de la música es ahora el principal problema para los habitantes, aunque robos, conductores alcoholizados y “baño público”

Hasta la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) llegó la molestia de los vecinos de la Colonia Industrial Buenos Aires de la ciudad de Chiautempan, molestos con el escándalo que provocan los 15 antros y bares que se ubican a lo largo del bulevar Santa Ana – Tlaxcala, donde ahora es el principal problema es el alto volumen de la música que reproducen.

De acuerdo con el grupo de 60 jefes de familia que han intentado que las autoridades regulen eficazmente esos centros de diversión, hace dos semanas solicitaron la intervención de la CEDH y ésta luego de una revisión de campo entregó recientemente un dictamen en el que se establecen algunas omisiones en que han incurrido dependencias municipales y estatales en su intento por reglamentar la operación de esos lugares.

Los habitantes de esa zona han pedido la intervención lo mismo del Ayuntamiento chiautempense, que de la Comisión Estatal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Coepris), a la Coordinación Estatal de Protección Civil (CEPC), a la Coordinación General de Ecología (CGE), a la presidencia auxiliar y a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), algunas de las cuales han logrado la clausura de algunos bares que al cabo de un tiempo vuelven a abrir, pero sin cambios significativos en su modo de operar.

De acuerdo con documentos proporcionados, el principal problema ahora ya no es el horario de funcionamiento de los antros,  o que haya robos de autopartes o conductores y transeúntes alcoholizados, ni siquiera que fachadas y accesos de viviendas sean los “mingitorios oficiales” de los trasnochadores, sino las severas molestias por el sonido al unísono que superan los decibeles permitidos por la Norma Federal de Protección al Medio Ambiente en materia de ruidos.

Según los vecinos que han hecho mediciones con aplicaciones de teléfonos celulares, la música oscila en promedio en los 87 decibeles, superando lo permitido por la norma que es de 83, pero en otros establecimientos al aire libre llegar a ser de entre 110 y 120, lo que interrumpe el sueño de los habitantes en fin de semana.

“Ya no queremos que los regulen sino que los cierren por lo negligente que han sido autoridades municipales y estatales que no han podido regular el ruido. Si bien los clausuran por algún tiempo, éstos vuelven a abrir y con las mismas irregularidades, pero lo peor es el ruido”, manifestaron.

Es así que pidieron una solución concreta y definitiva que en la que la tranquilidad de las familias no se vea trastocada y haya un verdadero control sobre los antros y bares del bulevar que conecta a la ciudad lanera con la capital del estado.

 

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